Entrudo Chocalheiro.

Entre febrero y marzo según el año, todo les está permitido a los Caretos. Hablamos de una fiesta de carnaval, ancestral, que hunden sus viejas raíces en la memoria del hombre prerromano y su vínculo con la tierra a la que tanto le deben. Fiesta de fuerte carácter rural, que se mezcla con otras señas de identidad únicas que distinguen culturalmente los territorios, como los burritos de raza mirandesa. Fiesta que llega con el viento frío del norte, que tiene aromas a "fumeiro", a carnes a la brasa, pan de leña y café de puchero. 
Los caretos, a lo largo de la semana van vestidos misteriosamente con un traje y con una capucha larga de colores verdes, rojas y amarillas, echo de restos de colchas con flecos largos.  En la cintura llevan una bandolera donde cuelgan campanas y cencerros. De su indumentaria también hace parte las varas o bastones que llevan en la mano, para apoyarse al correr y saltar con gran vitalidad. Para protegerse del anonimato, usan mascaras de cuero, madera o bronce, pintadas de los mismos colores que el traje donde solo sobresale la nariz puntiaguda. 

El hombre que lleva el traje, se vuelve misterioso y cambia por completo su comportamiento, al ser poseído por un poder trascendental. Los Caretos corretean juguetones y saltan alborotados persiguiendo a los ciudadanos y visitantes. En esta tradición de raíces carnales y profanas, lo que verdaderamente mueve el Careto es tomar a las niñas con sus "traqueteo". Cuando ve una, corre a buscarla y, apoderándose de ella, se sacude los cencerros (chocalhos) haciéndolos sonar pegados a la cintura sacándole a bailar. 

Los chicos más jóvenes que siguen e imitan a los caretos se llaman “facanitos” inician y garantizan la continuidad de la tradición. En la edad media en Trás-os-Montes era referido como un "diablito que se alimenta de acero molido". En Miranda do Douro es el nombre que se da a un hombre de pequeña estatura con forma de provocador y es también como se designa un ser mitológico, muy pequeño e inquieto. 
La noche del llamado “Domingo Gordo” se celebran unas bodas ficticias entre los chicos y chicas solteros del pueblo, una falsa ceremonia donde el humor en los discursos preside el acto. Los discursos irónicos son anunciados por enormes embudos donde se permite la crítica. Es un momento de humor, sin posibilidades de reclamación por parte de los elegidos. A la mañana del día siguiente, la tradición manda que el chico vaya a visitar a la chica que le “toco” en el sorteo, recibiendo dulces y vino fino en gesto de agradecimiento.
La fiesta finaliza la noche del martes de carnaval con la quema del “entrudo”, simbolizado con un gran monigote inflamable cubierto de retamas y el rostro cubierto con una careta roja. Mientras arde, los caretos bailan a su alrededor. Se cierra la noche y se apagan las brasas. Poco a poco la gente abandono los pueblos volviendo a la normalidad. Los caretos se esconden y las calles regresan a guardan silencio, aguardando impaciente la llegada del nuevo año y del nuevo carnaval.
Se piensa que la tradición de los Caretos tiene raíces celtas, de un periodo pre-romano. Provablemente, este relacionado con la existencia de los pueblos Galaicos y Brácaros del norte de Portugal. Esta fiesta carnavaleará de los Caretos, hace parte de una tradición milenaria que es celebrada en Portugal. En la zona de Trás-os-Montes es celebrado en numerosos pueblos de los diferentes municipios de Vinhais, Bragança, Macedo de Cavaleiros,  Vimioso, no Alto Douro o Lamego entre otros. 

Las calles y plazuelas de los diferentes pueblos que celebran esta festividad, se engalanan especialmente para la ocasión. Grandes cabezas de caretos decoran los puntos más concurridos de la villa, como también las calles más escondidas. Las caretas, cuelgas de fumeiros (embutidos ahumados tradicionales), licores, artesanía local... forman parte de la decoración de las tabernas. Además, los puestos de bebida, comida tradicional y regalos contribuyen a la fiesta ambientada con música tradicional. 

En la aldea de Podence, cerca de Macedo de Cavaleiros y a tan solo 40 km de Bragança, el Carnaval es uno de los eventos más importantes del calendario anual. Una aldea pequeña y sencilla, de callejuelas estrechas y casas de pizarra. Su vida tranquila parece ralentizarse aún más durante los fríos inviernos transmontano. Pero todo cambia llegado el tiempo de carnaval, cuando estos seres traviesos y de aspecto diabólico revolucionan a los vecinos y alteran el ritmo natural de la aldea. 

En 1985, los Caretos de Podence se constituyeron en asociación cultural. Su objetivo principal era y sigue siendo, el de preservar estos eventos de fuerte connotación tradicional y cultural. 
En el año 2014 el Municipio de Macedo de Cavaleriros junto a esta “Asociaçao dos Caretos de Podence” iniciaron la candidatura para clasificar esta festividad en la Lista Representativa del Patrimonio Inmaterial de Humanidad según la UNESCO. Las “Fiestas de Invierno de Carnaval de Podence” es la única candidatura seleccionada por el Gobierno portugués, para representar a Portugal en la XIV reunión del Comité Internacional de la Unesco en el mes de diciembre de 2019.

En el pueblo podemos visitar también El Museo del Careto, ya que es un atractivo cultural. En su interior consta de una sala de exposiciones, con una muestra permanente de elementos que forman parte de la tradición carnavalera de los Caretos: vestidos, caretas, cencerros, etc. Además de una sala multiusos, una tienda de recuerdos, obras de artistas locales como fotografías o pinturas y una pequeña taberna o "tasquinha regional" con bonitas vistas al embalse de Azibo.

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